Han pasado ya unas semanas desde que empezó el nuevo año y yo aún sigo procesando todo lo que ha pasado en el 2023. Es como una resaca emocional que no se me va y que durante las vacaciones de Navidad me ha dado mucho sobre lo que pensar. Me he tomado un momento para repasar, agradecer, y darle vueltas al tema de dónde estaba y dónde estoy, cómo y cuándo nació Nonotú, y a pensar en todas las personas que han hecho posible que hoy este proyecto, hecho con amor y ternura, haya llegado a donde está.
Me di cuenta de que igual era un bonito momento para contar mi historia, la de Nonotú, y compartirla con todos vosotros.
¿Alguna vez has sentido que lo que haces no está alineado con lo quieres? Yo sí.
En 2011 decidí dejar el trabajo que no me hacía feliz y lanzarme en busca de mi verdadero propósito. No tenía claro cuál era pero sentía que quería crear algo que me apasionara y que estuviera relacionado con lo que verdaderamente me había encantado desde pequeña: los bebés.
Durante mi infancia pasaba las tardes cosiendo con mi abuela y cuándo, en todo este contexto, una amiga me contó que no daba con una cuna que le gustase para su bebé, lo vi claro: elegiríamos las telas y la haríamos juntas. Y así nació la primera minicuna.
Mantener aquella conexión viva con mi abuela y haber ayudado a crear algo tan tangible y especial para mis amigos me llenó de una sensación de plenitud. Había encontrado mi propósito.
Desde 2011 la familia Nonotú no ha dejado de crecer y no hay día que no piense en aquella decisión que me daba tanto miedo que me cambió la vida para mejor.
Y gracias. Gracias a todos los que estáis que habéis hecho posible que este sueño sea realidad.
Un abrazo fuerte.
Mireia.
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